El poder personal de una persona cambia el mundo. La convicción y el compromiso de un ser humano transforma su entorno. No hay duda. Donde hay conciencia y claridad interior, la compasión florece, y las injusticias desaparecen. Una persona que recupera su voluntad y su poder, toma las riendas de su vida. Una persona libre y empoderada, aprende de todas las experiencias y crea respuestas validas que resuelven todos sus retos. Una persona digna y valerosa, camina despacio sirviendo y amando. Dejemos ya de ser esclavos del deseo, adictos al miedo, o marginados de nosotros mismos. Levantemos la cabeza, sintamos el aroma de nuestra capacidad personal, y comencemos a darnos, sin prisa y sin pausa. Como la niñita de Alabama, como Gandhi, o como el hombre del tanque en Tiananmen:
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