Siguiendo mi serie de post sobre educación para el siglo XXI, inspirados tras el curso MOOC Aprendizaje Ubicuo en #abiertaUGR (Granada), hoy analicemos esta necesidad cada vez mayor, que tenemos muchos, de un aprendizaje siempre conectado. Esto se traduce en una demanda significativa de recursos formativos en tiempo real, y que estén adaptados a mis requerimientos particulares. Ya sea para potenciar mi proceso de desarrollo personal, aprender creando prototipos o arte, compartir recursos con otros, o transformar mi entorno social.
Como suele decir Dolors Reig, existe una disonancia cognitiva entre lo que los aprendices descubrimos en internet y lo que percibimos en la realidad del mundo que nos rodea. En la red podemos buscar y encontrar en el momento que queremos, los contenidos y recursos que se ajustan (de alguna forma) a lo que necesitamos y demandamos, en función de como somos cada uno. En cambio, en el aula y en el mundo, no solemos encontrar profesores, experiencias y materias que se adapten a nuestro momento particular y a nuestras cualidades específicas.
Esto puede ser frustrante, sobre todo para los que tenemos un anhelo de crear innovaciones, amar todo lo que nos rodea, ser personas auténticas, sanas y libres, y conocer mejor nuestra realidad humana. Es una clara disonancia entre nuestras culturas formativas, y la cultura digital. Entre los rollos de nuestros docentes y nuestros deseos de autorrealización creativa y compasiva. Por tanto ¿Es posible crear una experiencia de aprendizaje y de pedagogía que se adapte al momento y necesidad particular de cada alumno?... Es difícil, pero creo que es posible con ayuda de entrenadores muy centrados en las necesidades y momentos de sus aprendices, y con el apoyo del M-Learning, del que ya hemos hablado.
Hay mucho que desarrollar en cuanto a lo que podemos denominar inteligencia pedagógica, para que se adapte mejor a nuestros sanos deseoso de aprender de todo. El proceso es imparable. Necesitamos adaptar (o crear nuevos) procesos y metodologías de enseñanza-aprendizaje para estos nuevos dispositivos de distribución de conocimientos, y para personas dispuestos a la aventura.
Hablar de obtener las cosas en el momento, no tiene porque estar reñida con una adecuada espera. Una de las claves de muchas redes sociales, mails y cursos es que el "just in time" o justo a tiempo, puede retrasarse un poco, lo que es una gran ventaja. A diferencia del teléfono, podemos no ser tan dependientes de contestar a un mensaje en tiempo real, sino retrasar la respuesta. Esto es una gran ventaja para poder desconectar por momentos, y no estar persiguiendo el último e-mail, el último Whatsapp, el último aviso de Facebook, etc.
Por esto, el aprendizaje siempre conectado, no es una obligación, sino una opción decidida y libre. Aprender a ratos a desconectar, es una practica vital-emocional fundamental para nosotros. Los jóvenes deben también aprender esto, desarrollando limites, comprendiendo sus emociones y escapes, viendo que necesitan de verdad, desarrollando sentido y juicio. Y desde este centramiento, cuando decidimos aprender algo, si esta disponible lo tomamos en el momento, desde dentro de este gran mundo de abundancia que nos rodea. Y si no está disponible, simplemente nos relajamos y seguimos otro camino paralelo.
Como suele decir Dolors Reig, existe una disonancia cognitiva entre lo que los aprendices descubrimos en internet y lo que percibimos en la realidad del mundo que nos rodea. En la red podemos buscar y encontrar en el momento que queremos, los contenidos y recursos que se ajustan (de alguna forma) a lo que necesitamos y demandamos, en función de como somos cada uno. En cambio, en el aula y en el mundo, no solemos encontrar profesores, experiencias y materias que se adapten a nuestro momento particular y a nuestras cualidades específicas.
Esto puede ser frustrante, sobre todo para los que tenemos un anhelo de crear innovaciones, amar todo lo que nos rodea, ser personas auténticas, sanas y libres, y conocer mejor nuestra realidad humana. Es una clara disonancia entre nuestras culturas formativas, y la cultura digital. Entre los rollos de nuestros docentes y nuestros deseos de autorrealización creativa y compasiva. Por tanto ¿Es posible crear una experiencia de aprendizaje y de pedagogía que se adapte al momento y necesidad particular de cada alumno?... Es difícil, pero creo que es posible con ayuda de entrenadores muy centrados en las necesidades y momentos de sus aprendices, y con el apoyo del M-Learning, del que ya hemos hablado.
Hay mucho que desarrollar en cuanto a lo que podemos denominar inteligencia pedagógica, para que se adapte mejor a nuestros sanos deseoso de aprender de todo. El proceso es imparable. Necesitamos adaptar (o crear nuevos) procesos y metodologías de enseñanza-aprendizaje para estos nuevos dispositivos de distribución de conocimientos, y para personas dispuestos a la aventura.
Hablar de obtener las cosas en el momento, no tiene porque estar reñida con una adecuada espera. Una de las claves de muchas redes sociales, mails y cursos es que el "just in time" o justo a tiempo, puede retrasarse un poco, lo que es una gran ventaja. A diferencia del teléfono, podemos no ser tan dependientes de contestar a un mensaje en tiempo real, sino retrasar la respuesta. Esto es una gran ventaja para poder desconectar por momentos, y no estar persiguiendo el último e-mail, el último Whatsapp, el último aviso de Facebook, etc.
Por esto, el aprendizaje siempre conectado, no es una obligación, sino una opción decidida y libre. Aprender a ratos a desconectar, es una practica vital-emocional fundamental para nosotros. Los jóvenes deben también aprender esto, desarrollando limites, comprendiendo sus emociones y escapes, viendo que necesitan de verdad, desarrollando sentido y juicio. Y desde este centramiento, cuando decidimos aprender algo, si esta disponible lo tomamos en el momento, desde dentro de este gran mundo de abundancia que nos rodea. Y si no está disponible, simplemente nos relajamos y seguimos otro camino paralelo.
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